En esta clase de actividades existe un doble estímulo que permite alcanzar resultados asombrosos y dignificantes. Por un lado, el insistente deseo de los jóvenes por participar e intervenir de una realización grupal, tal como la conciben en sus mentes, y poder, de esta manera, presentarla en ámbitos abiertos a toda la comunidad. Y por otro lado, el premio que corona a estas expresiones.
Más allá del premio que resulta un estímulo insoslayable, la organización de la Semana de la Juventud hace hincapié en otros aspectos que resultan altamente valiosos en el proceso de participación de los jóvenes. El aprendizaje de los delegados en la tarea de representación de su grupo, el consenso necesario para definir criterios en cada una de las participaciones, el trabajo en conjunto, el esfuerzo compartido, la reflexión sobre las temáticas sugeridas, la sana competencia son ítems altamente valorados por esta organización, ya que se corresponden con el espíritu de la ordenanza sancionada.